Friday, October 27, 2006

Intriga jesuítica en Madagascar

En su libro Calígula Hembra. Ranavalona, a reina loca de Madagascar (Diana, México, 2006), escrito por cierto con un enfoque eurocentrista a tono con la llamada globalización, Keith Laidler menciona cómo a mediados del siglo XIX, un misionero jesuíta, disfrazado como monsieu Finaz, participó en una intriga para inducir la intervención armada de Francia en esa isla. Al parecer, Finaz y sus cómplices engañaron a gente poderosa del país para que firmaran testimonios que luego se incluyeron en una carta presentada a Napoleón III, quien finalmente por consideraciones geopolíticas no quiso intervenir. Sin embargo, el relato evoca la novela de Sue, ilustrando la participación política de la Compañía y los métodos usados por algunos de sus miembros.

Sunday, October 22, 2006

Retomo, con algunas adiciones, esta reseña de El Judío Errante, de un blog bibliográfico:

Debido a la revocación del Edicto de Nantes, una familia francesa de rancio abolengo y religión protestante -descendientes del judío errante, condenado por Cristo a vagar indefinidamente transmitiendo a la vez la enfermedad del cólera- se exilia voluntariamente, repartiéndose en diversos lugares del mundo: parte de la familia se dirige a Polonia, otros se establecen en Alemania, otros marchan a Inglaterra y el resto se decide por el continente americano.
Ciento cincuenta años después, sólo existen siete descendientes de esta familia, únicos herederos de una cuantiosa herencia: Rosa y Blanca Simón, dos gemelas de quince años, hijas de un valiente ex oficial leal a la causa de Napoleón, el fabricante Francisco Hardy, Djalma, príncipe hindú, un artesano apodado "Duerme en cueros", la sensual y hedonista Adriana de Cardoville, hija del conde de Renneport y el sacerdote misionero Gabriel Renneport.
Para poder recibir la herencia, cada uno de ellos debe poseer una medalla de bronce con un par de inscripciones que indican la fecha y el lugar (13 de febrero de 1682 en París) en el que estas siete personas deben reunirse. La Compañía de Jesús (los jesuitas) desea apoderarse de esta herencia y para ello utiliza distintos medios, sutiles, hipócritas, violentos, para intentar eliminar a todos los herederos legítimos (excepto al misionero) e impedir que estén en París en la fecha indicada.
Los jesuítas están a punto de hacerse de la herencia, cuando una figura fantasmagórica, que es la judía errante, hermana del Judío, acude a entregar un documento donde se establece que la entrega del legado se retrasará unos meses hasta aclarar la identidad de los verdaderos herederos.
La Compañía de Jesús va asesinando a todos los descendientes mediante crímenes fraguados por medio de complicadas intrigas, dejando solo a Gabriel Renneport, exjesuíta convertido en sacerdote galicano, pero quien en un acto de irreflexiva obediencia ha cedido sus derechos a favor de la orden.
Finalmente, el guardián de la herencia, un honrado y anciano judío,la destruye para evitar que caiga en malas manos. Gabriel Rennoport sobrevive, al igual que algunos amigos de su familia, quienes se dedican a cultivar una vida pacífica y laboriosa. El judío errante es perdonado y encuentra por fin en la muerte el fin de su condena.

Friday, October 20, 2006

El probabilismo y El Judío Errante

En su historia de los jesuítas, René Fulop-Miller dedica muchas páginas a la discusión del probabilismo al que apeló la orden en la Europa prerrevolucionaria. Con esa docrina, que otorgaba generosamente a los acusados de crímenes el beneficio del perdón siempre que su causa fuera tan solo probable, se entiende perfectamente la moraleja de la historia que plantea Sue: con su laxitud en los castigos, resultaria que la orden no sería culpable del asesinato múltiple de los descendientes del judío, pues podía alegar en su descargos los afanes nobles que supuestamente animaban sus actos.
Fulop-Miller proporciona ejemplos de juicios donde defraudadores, explotadores, pirómanos y hasta asesinos encontraban clemencia en las circunstancias e intenciones de sus actos. Si un ladrón entraba a robar unas telas en una casa y dejaba encendida una vela, que un gato tiraba provocando un incendio de atroces consecuencias, no había culpables de la tragedia, pues nadie había tenido la intención específicamente de incendiar esa casa.
Asimismo, el recurso a la anfibología y a la reserva mental, es decir, al ocultamiento de información, permitían a los jesuítas, dice esa historia e ilustra el relato de Sue, engañar hábilmente a sus críticos y adversarios.
Mucho se ha criticado a Sue que su psicología es ingenua, que sus personajes no tienen "complejidad", pero sorprendentemente, hay ocasiones en que sus creaciones simplemente copian a personajes reales (como en el caso de Ignacio de Loyola) y esto nos muestra que el ser humano puede ser en su maldad elemental y esquemático. Sue simplmente retrata esos aspectos del ser humano.

San Ignacio, de nuevo en Los Hijos del Pueblo

En su obra Los Hijos del Pueblo, Sué retoma la historia de los jesuítas, sin aludir directamente a Ignacio de Loyola, pero presentando exactamente el relato de su vida en la milicia, y sus dolorosas curaciones, modificando en la narración sólo algunas circunstancias.
Según Sue, Loyola habría sido ya en su paso por los cuarteles un maestro en el arte de dominar a los hombres, arrebatándoles su voluntad con métodos basados en el terror y en alternar castigos y recompensas, tópico que Sue desarrolla varias veces en El Judío Errante, presentando a las jesuítas como maestros en la doma de hombres y de bestias salvajes, como era su inescrupuloso colaborador Morok.

Saturday, October 14, 2006

Sue, Napoleón y los jesuítas

Desde la perspectiva que Sue presenta en El Judío Errante acerca de los jesuítas, algunos de los enemigos de la Compañía eran militares que prestaron sus servicios a Napoleón, personajes a quienes Sue describe como hijos del Pueblo, sencillos y valientes, encumbrados por el espíritu republicano del famoso Corso.
Aunque no lo menciona, Napoleón fue un gran enemigo de los jesuítas. En su mmonografía histórica El poder y los secretos de los jesuítas (Espasa Calpe, Madrid, 1931), René Fulop Miller cita una carta de Napoleón a Fouche, jefe de la policía, donde le decía: "Adoptan toda clase de caras, pero yo no quiero que se nombre siquiera a los jesuítas. No consentiré jamás que vuelvan a entrar los jesuítas en Francia...Instruid a los distintos prefectos para que vigilen de modo que ni siquiera se inicie una acción para la vuelta de los jesuítas" (p. 449)
Dado que en aquella época el Papa había disuelto la Compañía en todo el mundo, habían surgido sucedáneos, como la Compañía de la Fe en Jesús, fundada en Roma y que se extendió por varios países, así como la Compañía del Corazón de Jesús, fundada en Austria por sacerdotes que habían huído durante la revolución; de esta última Compañía se desprendió la congregación femenina de las Damas del Sagrado Corazón.

Sunday, October 08, 2006

Presentación

Este es un blog para reunir y compartir información y reflexiones sobre El Judío Errante, la obra de Eugenio Sue.
Dicha novela decimonónica relata cómo en esa época la Compañía de Jesús persigue, asesina y despoja a los descendientes del judío errante, herederos de una inmensa fortuna iniciada en la época del Edicto de Nantes. Finalmente, la herencia es destruida por sus guardianes para que no caiga en manos de los jesuítas, y algunos de estos sucumben víctimas de sus propias intrigas, mientras que con el fin de todos sus descendientes, el judío se ve liberado de su eterno peregrinaje.
Aunque su forma es anacrónica, muchos aspectos de su contenido están vigentes y son incluso de candente actualidad, como los abusos del neoliberalismo, la falsedad de las instituciones burguesas, así como la forma de operación de grupos poderosos en el catolicismo, como el Opus Dei, los Legionarios y el Sodalicio, de los cuales se considera precursora la Compañía de Jesús, que ferozmente critica Sue en su libro.
La experiencia misma de la lectura de ese libro es peculiar, como expresan algunos testimonios difundidos en la red. Con una extensión descomunal para los criterios de hoy en día (unas 1,300 páginas en los dos volúmenes de la edición de Porrúa en Sepan Cuantos), la obra se considera interminablemente larga y tediosa, pero a la vez hay quien comenta que sus detalles son inolvidables.
Ciertamente, pese a su tono maniqueo, a sus soporíferas repeticiones y peroraciones moralistas y a su ingenuidad sobre algunas facetas de la psicología humana, Sue retrata vívidamente los mecanismos de la intriga y del abuso político y económico, crea momentos inolvidables y audazmente plantea peculiares paralelos.
Así, la secta de los Estranguladores, de la India, ocupa un lugar destacado en la primera parte de la obra y es nada menos que un exdirigente de ella, Faringhea, quien, convertido en jesuíta, ejecuta al padre Rodin, asesino de los herederos del Judio, un intrigante jerarca de la Compañía, que pretende llegar a ser Papa luego de poner a su servicio a los jesuítas y de usar para sus fines el multimillonario legado. Resulta que Faringea encuentra en la Compañía el perfecto desarrollo de la idea de una religión del mal.
Inolvidable es Morok, el domador de fieras al servicio de la compañía, que vende libros piadosos, lleva bajo sus ropas una armadura completa y morirá finalmente por la mordedura de un perro rabioso, así como la Gibosa, joven contrahecha que encarna la bondad, la sencillez y el amor frustrado, y Adriana, bella adolescente igualmente buena a pesar de vivir en un palacio con bañeras de cristal y puertas de marfil incrustadas de nácar; Agrícola, un artesano escritor y activista del proletariado, o Gabriel, un joven sacerdote galicano que con su rectitud y bondad facilita sin quererlo las intrigas de los jerarcas de la Compañía.
Significativamente, al final quedan en el mundo, cuando la forttuna y la ambición se han consumido, personajes como Gabriel, Agrícola y la Gibosa.